domingo, 31 de mayo de 2009

MUROS DE CEMENTERIO

Qué custodian
los muros del
cementerio ?

en sus noches insomnes
de quién hablan ?
qué murmuran ?
qué callan ?

No se, pero me
parece que esos
muros protegen
a los muertos
de los vivos,
de sus silencios
de sus palabras.

Es posible que
seamos muro de
nuestro propio
cementerio; y velemos
sin cesar, la agonia
lenta, imperceptible
de nosotros mismos.

Namid A ( mayo 31 de 2.009)

martes, 26 de mayo de 2009

RIMA XXI

¿Qué es poesía?, me preguntas
mientras clavas en mi pupila tu pupila azul.
Qúe es poesía.
¡Poesía eres tú!
(Gustavo Adolfo Bécquer)

edgarosiris310: Hacer versos

edgarosiris310: Hacer versos

VAGABUNDO

felicidadDe pronto, olvidó quién era. No recordaba su nombre, ni su pasado. Perdió todo vestigio de su historia. Simplemente estaba sentado en una banca de aquel parque que de algún modo le era familiar aunque no sabía a ciencia cierta por qué. Se miró las manos, el reflejo de su rostro en el agua de la fuente, caminaba con pasos vacilantes tratando de esclarecer su mente para conocer...y reconocerse. Pero no. Todo fue inútil. Estaba encerrado dentro del cuerpo de un desconocido, como un preso, sin poder escapar de ahí.
A partir de entonces, la calle fue su hogar, el basurero proveedor de alimentos, los rincones apartados sus dormitorios, el silencio y anonimato sus compañeros inseparables. Andaba por todas partes, observaba todo cuanto tenía delante de él buscando indicios, señales que no llegaban. Hasta que se acostumbro a ser solo una sombra maloliente que vaga por todas partes sin rumbo ni dirección.
Las avecillas que trinan y vuelan con libertad, los niños con su inocencia, las mujeres con su cadencioso andar, los hombres con su virilidad, el cielo estrellado, la luna con sus diferentes fases, los rayos del sol cálidos a veces y cegadores en ocasiones, la lluvia que empapa rítmicamente...esos eran sus únicos acompañantes en esa nueva vida nublada y silenciosa.
Un día, el viento trajo hasta él un periódico. Tomó las hojas de papel entre sus manos y observo cuidadosamente las letras, los gráficos, los anuncios, las fotografías. Todo aquello era parte de su mundo perdido, en algún recoveco de su atrofiada memoria algo se removía mientras él miraba. Luego prestó atención a las letras ¡Podía reconocerlas! comenzó a leer las palabras escritas. Sí, ¡él sabía mucho de palabras escritas!. Entonces comenzaron a revolotear en su cabeza frases, versos, pensamientos dormidos.
Las voces martillaban dentro de él hasta provocarle vértigo de tanto movimiento. Todo aquello que había querido expresar mientras convivía con la naturaleza luchaba por salir como aves enjauladas que claman por recobrar su libertad y retomar el vuelo. Al dar vuelta a la hoja se encontró con el retrato de un hombre cuyo rostro le era habitual. Claro ¡Era él!. Antonio Quijano decía el pie de foto. Comenzó a leer los pormenores de aquello que había extraviado: Alguna vez fue escritor, catedrático, tenía hijos, nietos y una esposa que lo buscaba con desesperación. Salió de casa y nunca más regresó.
Sí. Algo de eso parecía evocar. Se puso de pie y comenzó a andar hasta llegar a aquel parque en el que el olvido se había apoderado de él. Se sentó en la misma banca y trató de virar la cinta de su existencia. Se levantó de ahí aún confuso y marchó calle abajo, luego a la izquierda hasta llegar al retorno arbolado y al final de la avenida...su casa. Sí. Aquella residencia con paredes de cantera y rejas de diseño rebuscado era su casa. ¡Tenía que serlo!.
Un automóvil se detuvo en la puerta y un joven bajó de él. ¿Arturo? ¡Sí! era Arturo, su hijo. ¡Estaba recordando!. Corrió hasta alcanzarlo antes de que entrara a casa.
-Muchacho- le llamó con emoción.
Pero aquel ni siquiera lo miró.
-Aléjese de aquí- Le ordenó con indolencia y entró sin hacerle caso.
En el majestuoso prado estaba José, su nieto más pequeño. Jugaba con una pelota ajeno a todo lo que pasaba. En la mesa de jardín su esposa tomaba café con pastelillos rodeada de sus amigas. Hasta donde estaba él podía escuchar su conversación: Las tiendas departamentales, el vestido que llevó a la exposición de pintura, el peinado que está causando furor, la última sesión en el spa.
Ahora se acordaba de todo. Tenía mucho dinero, sí. Pero no era feliz. Aquella tarde salió a caminar sin decirle nada a nadie, se sentía derrotado a pesar de que acababa de enterarse de su nominación para una de las condecoraciones más importantes que le pueden otorgar a nivel internacional a un escritor. Sin embargo, se sentía agobiado, con el alma hueca. Llegó hasta el parque y se sentó en la banca para observar a una pequeña comiendo helado de limón frente a él. "Tan simple que es la vida y tan complicada que la vuelve uno", había pensado.
Y sí, estaba en la cima del éxito. Se codeaba con gente adinerada, con triunfadores. Pero al conocerlos un poco más a fondo advirtió que, al igual que él, se sentían incompletos e infelices en muchos aspectos. Otros, a los que consideraba colegas invaluables lo traicionaron una y mil veces, plagiaron sus obras, lo envolvieron en chismes, trataron de desprestigiarlo al tiempo que comían en su mesa y sentaban a sus hijos en las rodillas para cantarles canciones de cuna.
Lo peor vino después, cuando descubrió a Manuel, su editor, en la cama con su mujer. Lo habían traicionado en sus propias narices, él mismo le abría las puertas de su casa y lo invitaba a pasar. Canallas. El diario decía que ella lo buscaba con desesperación, y sin embargo, estaba ahí conversando despreocupadamente de mil tonterías. Lo que seguramente le angustiaba era que a consecuencia de su desaparición perdería el premio literario, y éste representaba mucho dinero.
Y a pesar de todo, ya no le dolía el corazón. Al no poseer nada, se había reencontrado con lo verdaderamente trascendente. Tenía todo el tiempo del mundo para él mismo, disfrutando el día a día, los tesoros de la naturaleza, la bondad espontánea de mucha gente, humilde sí, pero que con generosidad invaluable se acercaban a él para invitarle un bocado, para ofrecerle una moneda, una cobija...una sonrisa franca.
Hacía mucho que no se sentaba en una mesa elegante llena de platillos exquisitos gracias a las manos expertas de un chef de prestigio internacional, pero por alguna extraña razón, ahora disfrutaba todo lo que se llevaba a la boca, aunque saliera de un basurero o fueran los restos de los platos que desdeñó algún comensal.
En su tiempo de fama y fortuna, llegó a pagar mucho dinero para que los especialistas descubrieran la causa de su insomnio y lo curaran. Había probado de todo pero nada lograba hacerlo conciliar el sueño. Mientras que siendo un vagabundo, cada noche, aún en el piso de tierra, en un rincón olvidado, en medio de la lluvia, a pesar de las ráfagas inclementes del viento, había dormido tranquilo, en paz, soñando cosas felices.
Quizás la pérdida de memoria lejos de ser un castigo divino, había sido una bendición, ese camino sin rumbo estaba carente de maldad, de traición, de interés. Le dolían sus hijos, pero tampoco los reconocía ya, se habían vuelto déspotas, insolentes y malagradecidos. Solo José con su niñez inocente y pura, solía arrojarse a sus brazos en cuanto lo veía, con total sinceridad. En ese momento, la pelota llegó rodando del otro lado de la verja hasta él. El niño se apresuró a alcanzarla. El vagabundo desvió la mirada tratando de ocultar el rostro. Pero José ya había visto sus ojos.
-¿Abuelo?- le preguntó con timidez
Antonio se apartó y sin decir palabra comenzó a caminar. A esa hora las mujeres solían llevar a sus hijos a la plaza para arrojar migas de pan y maíz a las palomas. ¡Qué espectáculo tan maravilloso era aquel! Los chiquillos reían encantados y esas risotadas le traían a la mente -ahora lo sabía con certeza- el sonido del agua de una catarata al estrellarse en su furiosa e intempestiva caída.
 
 
Elena Ortiz Muñiz 

edgarosiris310: Hacer versos

edgarosiris310: Hacer versos

sábado, 23 de mayo de 2009

ICEBERG

Aún me eriza
la sombra de tu
cuerpo enredado
en mi costado.

Vivo aún, de la
frágil caricia
en la desnudez
de mi espalda.

Nos amamos
los días suficientes,
como para recordar
que esto del amor,
es asunto serio:
deja entrever una
caricia y desaparece
envuelto, en llanto
silencioso, en la rutina,
la decadencia y el chantaje.

Namid A ( Mayo 23 de 2.009)

martes, 12 de mayo de 2009

RUINAS DEL TIEMPO

Soy mi sombra,



que corre tras su



cuerpo que va



desapareciendo con



el paso del tiempo.







Igual los rostros



que amé, los cuerpos



que besé, se pierden



en las ruinas de mi tiempo.







Así, mi cuerpo y yo,



vivimos de prestado,



en la sombra del tiempo.







Namid A ( mayo 12 de 2.009)

domingo, 10 de mayo de 2009

DESTIERRO

Vivo entre
arenas movedizas;
y del profundo silencio
que amuralla mi ausencia,
arranco sílabas rotas,
versos inconclusos.

Vivo entre
arenas movedizas
pasando trabajos
estrasiego lo
cotidiano y de sus
tardes oscuras
regreso, como un
sísifo, viejo y derrotado.

Vivo entre
arenas movedizas;
pero algunas noches
cuando el tiempo
avanza desmemoriado,
las blancas lágrimas
del cielo, los suaves
coros de pájaros azules
y el hechizo de la alborada,
amortajan mi destierro
natural.

Namid A. ( Mayo 10 de 2.009)

sábado, 9 de mayo de 2009

PROCLAMA

No quiero
tu beso
que guarda
espinas;
tu abrazo
que ahoga
palabras;
tu cuerpo
que silencia
verdades;
tu amor
antesala del
dolor.

Lástima!
que mi boca
mis brazos
mi cuerpo
y mi amor
censuren mi
razón.

Namid A ( Mayo 09 de 2.009)

martes, 5 de mayo de 2009

MENDIGO DE MI

"maldita soledad sin

uno mismo" Jaime Sabines



Vengo de Ti, el

corazón desierto de

sueños, besos y abrazos;

extraviado meses caminando

liviano, procurando mantener

el frágil equilibrio, en el filo

de tus odios, en las agujas

de tus mentiras y en las

púas de tus instantes de

lucidez;meses buceando

en los abismos salitrosos

de tus miedos y soledades.

Me traigo de lejos,

saturado, intoxicado,

ausente de mí.

Anatema fui

de mi mismo.



Me receto un tiempo

para prodigarme

alimento, cobijo y compañía;

tiempo para oírme,

tocarme, olerme,

husmearme por dentro

y por fuera.



Namid A ( Mayo 03 de 2.009)

SEÑORAS

Señoras con rostro plegable
que ayer oísteis mis poemas
y esta mañana
nos tropezamos en la calle.

Me miráis de reojo
como a un raro animal
como a buitre verde,
y volteáis la cara
meneando el caderaje
musitando sandeces
...!vaya!...
siento un placer casi morboso
manteniendo esposas en ascuas.
Parece mentira, pero,
en mis poemas
no figuran sus maridos

Clemencia Tariffa ( colombiana 1957- )

sábado, 2 de mayo de 2009

ORACIÓN ÍNTIMA

Padre, me reconozco
indigno de este cielo azul
que me cobija, la madre
tierra que me contiene;
de tu luna, tu sol, las nubes
que multiplican alegrias o
tristezas.

Indigno soy del viento,
la brisa que besa mi boca
y estremece mi ser; del día
que se viene sobre la ventana
de mis ojos; la noche y sus
muertos, que sueltas de tu puño
como fantasmas, sobre la
espalda del mundo.

Altivo soy, Señor Dios,
mi paso orgulloso, autosuficiente
te olvidó, olvidé tu creación
y traicioné tu esencia en mí.

Oh!, Señor Dios, sálvame de esta
ruina que soy; recrea mi
atormentado espíritu;confirma tu
Esencia Divina, y rescátame en
colibrí,gota de mar, murmullo de
hoja; en hamaca de brisa
al vaivén de tu sonrisa.

Solo así Creador, este soberbio
trazo, hallará sosiego bajo tus
plumas de poeta; y desbocado en
verso develar tu creación divina.

Namid A ( MAyo 02 de 2.009)