A los lejos una
mujer mayor,
se despide con
un gesto hermoso,
liviano, ingenuo, de alguien
que le sonríe a distancia.
Ese gesto al viento,
la hace encantadora,
borra por instantes
su rostro y su cuerpo
que carecen ya, de encanto.
Maravillado de su
atemporalidad, me da
por creer que existen
gestos anónimos, sublimes,
que nos rescatan de las
garras del tiempo y nos
empujan a dejar un eco
en el aire, de breve juventud
a destiempo.
Namid A ( Junio 18 de 2.009)