Sonriente y amoroso
voy a tu encuentro;
entre la multitud
adivino tu silueta,
tu frescura y tu ser
real.
Mi corazón anhelante
el deseo me desborda
y el amor recorriendo
mi cuerpo.
Desde la otra orilla
te veo diferente;
no eres tu, a quien
tanto amo; tu rostro,
tus gestos hablan de
otra persona que se
mimetiza con amigos
y compañeros.
Allí sentado,
taciturno, se
pierde en las
entretelas del
corazón; y con
rencorosa tristeza
se hunde en ese
abismo cambiante,
que eres tu mismo.
Alguien murmura
con altiva acidez:
el amor mezcla nociva
de anhelos que imaginamos
en el otro y falsificaciones
que hacemos de nosotros
mismos.
Namid A (junio 10 de 2.009)