Los rostros
desgastados
por la desidia
y el engaño
habitual,
adquieren una
gris luminosidad.
Descienden entre
murmullos, forzada
simpatía y casi
solidaridad.
Caminos diferentes
pero en esencia
iguales.
Entramos en la
noche: mustios, tibios;
abrazos y besos
vacíos o ausentes.
En la puerta,
otra máscara,
y entre las
sábanas
/reescribimos
nuestra realidad/
Namid A