jueves, 9 de abril de 2009

DE LAS HERENCIAS

Aprendí a temer
tus palabras que
aplastaron y expulsaron
como el heredado pecado
original.

Tus silencios
/cara oculta de
instantes de lucidez/
manojo de caricias que
imaginé sanaban
heridas invisibles.

Hoy que el silencio
cubre de moho las
paredes, el patio y
las ventanas intuyo
que me heredaste
siglos de silencio;
que la palabra libera
pero también corrompe;
que cuando el silencio
se instala en los huesos
el alma envenena; que
se bebe mejor la vida si
se endulza con sobre dosis
de amor, soledad,
libertad, conciencia
y locura.
/según nuestros
propios silencios/

Namid A